Acacoyagua, Chiapas, México
Profesor, Autor de varios libros y Académico Asociado de la Academia Latinoamericana de Literatura Moderna
Nací en la parte serrana de Acacoyagua, en la región de la costa del estado de Chiapas; el 7 de abril de 1973. Mis padres: Marcos Castro Gallegos y Paulina niño Galindo, se separaron cuando yo tenia aproximadamente un año de edad, quedando al cuidado de mi madre. Dos años después, ella inicio una relación de concubinato con un señor que vivía en un rancho cuidando algunas vacas. El lugar estaba como a una hora del pueblo de Acacoyagua donde hay escuelas y cuando cumplí los seis años no me llevaron a la primaria por que tuve que cuidar de mi hermanito recién nacido. Sufrí mucho por que yo quería aprender a leer y escribir, lo había esperado tanto tiempo que llore desconsoladamente.
A los siete años y cinco meses ingrese por fin a la primaria y tuve que trasladarme al pueblo de Acacoyagua donde quede al cuidado de mi abuela (Q. P. D.), Francisca Niño Gómez y de un tío, Pedro Ordóñez Niño. La escuela se llama “Niños Héroes” y aun recuerdo mi primer día de clases y a mi maestra Bersy Becerra Tapia vestida con sus pantalones de mezclillas ajustadas y una playera blanca. Cuando termine la primaria, con muy buenas calificaciones dicho sea de paso, ya la literatura había despertado en mi las mas maravillosas sensaciones. Dada mi natural timidez e introversión, un libro era mi mejor amigo. Me encantaban las historias de “Los libros de Lectura” que se utilizaban en la primaria. Recuerdo el prologo de uno de ellos donde un señor que se llamaba Antonio Alatorre elogiaba a la lectura como un bien que duraba mas que otros bienes que podíamos adquirir en la vida y de cómo el se relacionaba con los autores de los libros que leía como si fueran sus amigos. Aunque los autores ya no Vivian físicamente, lo hacen a través de sus obras literarias. Unos versos que me aprendí de memoria y que hicieron que, sin conocer el mar, llegara a sentirlo a través de ellos; “El mar,/ el mar,/ dentro de mi lo siento,/ de tanto pensar en el / tiene sabor a sal mi pensamiento. No recuerdo ahora el nombre del autor pero aun puedo sentir la brisa del mar con su olor a sal y las palmeras meciéndose suavemente, las gaviotas tratando de satisfacer su hambre, el candente sol derramado desde un cielo libre de nubes y el blanco rugir de las olas queriendo, sin lograrlo, descansar en la playa.
Las penurias económicas han sido parte de mi vida desde niño. En casa de la abuela dormíamos en un cuartito; sobre la delgada capa de cemento tendíamos un pedazo de nailon y encima una sabana hecha de retazos de tela, las almohadas eran durísimas por que estaban rellenas de trapos viejos. Hubo días en los que no hubo nada para comer, excepto tortillas y sal. Esas menudencias de la vida no me hicieron infeliz, por el contrario, aprendí a apreciar las cosas verdaderamente bellas de la vida y las cosas sencillas como una taza de café o una tortilla de maíz tostada a la brasa. Actualmente tengo lo suficiente y me siento mucho mas agradecido con la vida. Al llegar a casa hay una esposa amorosa esperándome, tres adorables y traviesos hijos, una cama mullida y el siempre presente calor del trópico.
Estudie la secundaria en esa misma población en la modalidad de telesecundaria. Cuando la concluí, mi madre me dijo. “hasta aquí te puedo ayudar si tu puedes seguir estudiando, adelante”. Fue otro duro golpe pero no me rendí, intente estudiar y trabajar al mismo tiempo. Lo malo fue que ingrese a una escuela particular y el dinero casi no me alcanzaba para cubrir mis gastos. Además, en la escuela me exigían trabajos por equipo y no podía cumplir. Un día un profesor me dijo “o cumples aquí o en tu trabajo, tu eliges” No pude mas y abandone la escuela.
Durante dos años estuve trabajando en la recolección y lavado de mangos en las abundantes huertas que existen en toda la costa. Por dos meses fui a Jerez, Zacatecas a trabajar al corte y empaque de duraznos. Durante esos dos años deje abandonado a mi gran amor: la lectura. Y en mi interior bullía el ardiente deseo de poder seguir estudiando. Pasado este tiempo, ingrese a CONAFE (Consejo Nacional de Fomento Educativo) para obtener una beca y poder seguir estudiando. Un ciclo escolar (1992- 1993) preste mis servicios como docente en una comunidad alejada. La experiencia fue muy formativa pero no pensé en continuar en la carrera de docente. Con miras practicas a ingresar al mercado de trabajo, escogí una carrera comercial. En 1996 me gradué como contador privado. Al querer trabajar, requerían en casi todas las empresas, estudias de bachillerato. Como hacia seis meses me había casado con Margeli Lang Antonio y habíamos montado un pequeño negocio de papelería, me dedique a trabajar en el. En ese año nació mi primer hijo: Gelmar Jesús. Empeñado en no claudicar continué estudiando en una preparatoria abierta ya que, por mi edad y por que hacia varios años que había egresado de la secundaria, no podía ser aceptado en una preparatoria con horarios normales. En 1999 intente ingresar a la Universidad Pedagógica Nacional pero no lo logre, al siguiente año lo intente de nuevo y pude por fin ingresar en la modalidad semi escolarizada. Mi deseo era estudiar algo que tuviera que ver con la literatura o periodismo pero esta era un buen inicio. No me disgusta la labor docente es muy bonita, pero mi verdadera vocación es ser lector. Ahora comprendo: todo intento de estar cerca de un aula es solo u pretexto para seguir leyendo y leyendo, y a veces, esporádicamente, escribiendo.
Termine la universidad en el año 2004 y en junio de 2005 realice mi examen profesional para titularme como Licenciado en Educación. En agosto de ese año, por medio de un examen de oposición logre obtener una plaza como docente en el nivel secundaria y en la modalidad de telesecundaria.
En el ínterin nos nacieron dos hijos más, dos lindas nenas: Ana Belén, (2002) y Alondra Getzemani Castro Lang (2003), que vinieron a aumentar un poco más mis responsabilidades de padre, esposo y estudiante, pero aumentaron también la felicidad de mi matrimonio y de mi vida. No me quejo, la vida me ha dado sinsabores pero también me ha dado grandes satisfacciones y mis sueños están tan frescos como la primera vez que los soñé.